capitulo 1


CAPITULO I

Introducción 1. El problema indígena

¿Que el problema no es nuevo? En ninguna otra parte como aquí se puede decir más propiamente que en el mundo no es nuevo sino lo que se ha olvidado. En todos los tiempos, desde Las Casas hasta nuestros días, las civilizaciones indígenas han prestado cuestionarios harto complejos al estudio de las diversas ramas del saber humano. Hombres de reconocido mérito científico se dedicaron a especular en este campo, antes y hoy todavía inexplorado, y no alcanzarían muchos meses para hojear los volúmenes escritos, los más de los cuales de oídas sabemos que existen en museos y bibliotecas de las ciudades europeas. Historiadores, religiosos, militares, doctores, filósofos, economistas y, ¿a qué mencionar más?, dedicaron su laborioso entusiasmo: ora a vestir de nuevo las huesas de Incas y caciques, caudillos y princesas, las ruinas de templos y ciudades, fortalezas y palacios, preparándonos los bellísimos relatos que con tanto gusto saboreamos, de las fiestas religiosas que, en el decir de algunos cronistas, revestían caracteres de hecatombes, de las guerras entre los imperios, del fasto de las casas reales, de todo lo que dio en tierra cuando llegaron a estas playas, un poder y una civilización distintos, en tres carabelas miserables. Ora a enseñar a los pueblos una nueva doctrina y un nuevo arte de la guerra; ora a elaborar leyes y consejos en defensa del aborigen, que, con verdad puede decirse, envidia la suerte de las bestias. El asunto no es nuevo, pero es innegable que después de todo lo que se ha dicho, el indio sigue, como antes, olvidado por parte de aquellos a quienes la nación confió sus destinos y por parte de los gobernados que formamos la minoría semicivilizada de Guatemala (profesionales, estudiantes, comerciantes, periodistas, etc) Prueba de lo primero es nuestra legislación. Veamos y, parece mentira, entre el gran número de leyes vigentes dadas para la minoría semicivilizada, pasan desapercibidas las que conciernen a los indios que constituyen la mayoría de la población de Guatemala. Y es natural, las asambleas (este es el hecho) están formadas únicamente por representantes de esa minoría, a esa minoría están unidas por afectos e intereses y a esa minoría responden de sus actos. No se me diga que éste es un concepto falso, que a las mesas electorales concurren todos, porque sí aquel es falso, éste es ridículo. Ninguno ignora nuestras farsas eleccionarias. Puede también argüirse que las leyes tienen carácter general, que abarcan a todos sin distinción alguna que en tal caso el indio participa de ellas. Pero lo que parece un argumento irrefutable no vale más que un discurso de los muchos que se dicen entre nosotros sobre las leyes, el derecho, la moral y la justicia. Cuestión

de decir palabras, porque la realidad es otra, el hecho es diferente la mayoría indígena vive fuera de la ley. Prueba de lo segundo (el olvido de los gobernados) es el silencio con que las clases capacitadas del país ven al aborigen hundirse en la miseria y en el vicio. No precisa refrescar en la memoria el espectáculo de esas tropas de indios que, en el más bajo escalón de la desgracia humana alzan los ojos al cielo y a la patria que así los abandonan. El problema no es nuevo, pero está olvidado.

2.

Sociología guatemalteca

El estudio de la realidad social guatemalteca es urgente. La resolución de los problemas nacionales no puede intentarse con los conocimientos abstractos de sociología que tenemos. En estas cuestiones los caracteres privativos de cada organismo social se deben estimar y conocer muy a fondo. Esta individualidad del alma colectiva de la Nación guatemalteca exige de nuestra parte algo más que las generalizaciones a que llevan los textos, fórmulas que se aprenden de memoria, el análisis y conocimiento de su territorio, población y antecedentes históricos y raciales. El estudio de la realidad social guatemalteca es urgente, para conocernos, saber cómo se cumplen las leyes sociales entre nosotros y qué nuevas corrientes de pensamiento y acción deben darse a los pueblos para vigorizar su alma y enderezar su cuerpo En este campo sin explorar el "sentido de la tierra" que dice Nietzsche ha de servirnos como intuición. Con su ayuda estudiaremos el pedazo que nos tocó en el globo (territorio) y el pueblo que lo habita (población). El estudio de nuestras sociedades ha de ponernos en posibilidad de hacer de Guatemala una nación racial, cultural, lingüística y económicamente idéntica; en cambio de esta Guatemala de hoy, formada por civilizaciones distintas, donde no pueden entenderse los conciudadanos porque hablan diferentes dialectos, convivir porque tienen opuestas costumbres y contrarias aspiraciones, y donde unos son inmensamente ricos y otros terriblemente pobres. Esta nivelación porque abogamos, en modo alguno tiende al estancamiento letal de nuestras fuerzas, ya que, cuando se haya logrado, nuevas y más vigorosas corrientes animarán el alma humana en su infinita ansia de poseerlo todo de la misma manera que en otros pueblos, después de alcanzarse la igualdad social, religiosa y política, ahora se lucha encarnizadamente por la igualdad económica. Sin el estudio de nuestro territorio y población seguirán siendo las leyes de un empirismo lamentable y los gobiernos, como hasta la fecha seguirán al fracaso. Es ilógico gobernar y legislar para pueblos cuya naturaleza y condiciones de vida se

desconocen. La autoridad se convierte en verdugo (tiranía), y el ciudadano vegeta en el medio, degenerado y débil, o se alza en ardientes revueltas. Hace falta una Sociología Guatemalteca, y el anhelo de contribuir a su formación me inclina a tratar este asunto. Confieso mis escasas aptitudes para responder al llamado que la juventud recibe de los espíritus activos. En cierto modo no he hecho sino recoger, cristalizar, dar unidad a los ideales que distinguen a la juventud que conmigo vivió horas de esperanza en los bancos de la escuela. Ideales, grandes intentos, sentido de las realizaciones, todo lo que las estrellas ideológicas traen para acá. 3. Aspecto nacionalista del problema

El vinculo nacional, es el resultado de factores importantes, tales como la lengua, la tradición, la raza, las costumbres, y la comunidad política y de territorio. En el campo de la historia se observará el predominio que tuvo cada uno de esos factores en la constitución de las nacionalidades. La identidad de razas, de lenguas, creencias religiosas y hasta el criterio de las fronteras naturales, agitaron a Europa en sucesivos cambios y la agitan todavía. Connotados tratadistas, viejos en achaques de pensamiento, han conocido del asunto, sin embargo; por tratarse de Guatemala, lo tocaré en la parte que con el problema indígena se relaciona. Si es verdad que la lengua, la tradición, la raza, las costumbres y la unidad política contribuyen como factores esenciales a la constitución de la nacionalidad, la comunidad de aspiraciones es más valiente a mi entender y debe informar nuestro criterio en la formación del espíritu de nacionalidad en Guatemala. La Nación guatemalteca está formándose. No existe todavía como resultado de solidaridad entre sus miembros, unidad de cultura y comunidad de aspiraciones. Somos un pueblo inconsciente de su unidad, formado por razas distintas que hablan lenguas distintas, lo que no importaría, sí no fuera porque tenemos a la vez diversos grados de cultura y por las mismas aspiraciones contrarias. ¿Hasta cuándo esta diferencia?. El indio representa una civilización pasada y el mestizo, o ladino que le llamamos, una civilización que viene. El indio forma la mayoría de nuestra población, perdió su vigor en el largo tiempo de esclavitud a que se le sometió, no se interesa por nada, acostumbrado como está a que quien primero pase le quite lo que tiene, incluso la mujer los hijos, representa la penuria mental, moral y material del país es humilde, es sucio, viste de distinta manera y padece sin pestañear. El ladino forma una tercera parte, vive un momento histórico distinto, con arranques de ambición romanticismo, aspira, anhela y es, en último resultado, la parte viva de la nación guatemalteca; Valiente nación que tiene dos terceras partes muertas para la vida inteligente. Queda pues, de nuestra parte la resolución del

problema indígena, como camino abierto para cimentar sobre hechos nuestra nacionalidad 4. Este estudio


No podemos conformarnos con las imperfecciones de la hora presente, ni cerrar nuestras puertas a los vientos que, como sí vinieran de otros mundos, nos traen noticias de las conmociones que padecen los hombres luchando por alcanzar siempre una situación mejor, y en tal virtud, por ese justo anhelo de mejoramiento, al estudio y resolución del problema indígena, que a todos por igual nos toca resolver, debe contribuir cada uno con su parte. Esta tesis, escrita con ese fin, en su honradez y lealtad, no llega a vislumbrar siquiera la resolución del problema y se conforma con haber penetrado a las sombras que lo envuelven y estar en ellas con los ojos abiertos, en busca de un camino o de una luz que lo señale.