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CAPITULO VI

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Terapéutica Social 28. Terapéutica social

La enunciación de los caracteres degenerativos, el estudio sociográfico y sociorganológico del problema y más que todo el sentido de la tierra, ''como intuición para comprender, me parecen pruebas inequívocas de que Guatemala está en peligro por el camino de desvitalización que lleva, y de que hay necesidad inaplazable de aplicar la acción fecunda de la ciencia, para retener o destruir el mal. Las leyes sociales se cumplen fatalmente y los organismos heridos de muerte, como el colectivo nuestro, están llamados a desaparecer cuando no los salvan sus dirigentes por los caminos que aconseja la terapéutica social. Los organismos sociales, como los individuales, están expuestos a sufrir dolencias, en muchos casos difíciles de curar. Cuando las sociedades humanas enferman por falta de funcionamiento de sus órganos (individuo, familia, municipio, etc ), o por una anemia social que las hace débiles, enfermedades de carácter económico, moral e intelectual, urge la aplicación de medicamentos que las restablezcan. El estudio de tales medicamentos está encomendado a la terapéutica social. 29. Medios para retardar el mal

La realidad social indígena presenta enfermedades crónicas tan complicadas, que su curación ha sido considerada por muchos imposible. Sin ser de los que creen fácil la empresa, mas porque nada se adelantaría con venir a rezar en esta tesis nuestros males, voy a exponer los medios que deben emplearse para salvar a estos numerosos organismos sociales que forman elementos de mucha importancia en la vida nacional. Al tratar del asunto encuentro, por un lado, medios que se proponen retardar la enfermedad (paliativos); y por otro, medios tendientes a destruirla. Respecto a los primeros se ha dicho mucho. Trabajos encaminados a favorecer la situación del indio, evitando su abatimiento y ruina completos, hicieron los señores Doctor don Antonio Larrazábal (1810). Fray Marías Córdova y Fray Antonio de San José Muro (1797) y el Licenciado Antonio Barres Jáuregui (1893). Los escritos meritísimos de tan versados varones duermen en los archivos, y sus propósitos bondadosos nunca llegaron a verificarse. En aquel tiempo ya se proponían para mejorar al indio, en sus condiciones de vida, los medios que hasta la fecha se han venido repitiendo: hacerlo propietario de pequeñas parcelas de tierra, obligarlo al cultivo de nuevos productos, no obligar a los indios que tengan sementera propia a trabajar en las fincas de los blancos, considerar
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al indio incapaz para obligarse y de tal suerte prevenir que para sus contratos intervenga un tutor específico, evitar los abusos de las cofradías, del servicio de sacristías y del servicio parroquial, estimularlo, hacerlo hablar español, procurar que calce y vista como los ladinos, crearle necesidades; desanalfabetizarlo; desterrar de su vida el vicio del alcohol, evitarle malos tratamientos por parte de los ladinos, la mestización y la inmigración. Por mí parte propongo para retardar la degeneración de las clases indígenas los medios siguientes: a) Casamiento prematuro. Entre la raza indígena, por lo general, la mujer es madre a los trece y catorce años, cuando no se ha completado el desarrollo de sus órganos genitales y cuando todavía no hay suficiente preparación para engendrar seres físicamente fuertes. Sí a eso se une que por la misma falta de desarrollo la crianza es defectuosa, fácilmente se explica la falta de vigor que está produciendo esa visible regresión vital que antes hemos denunciado. Científicamente estos matrimonios dañan la sociedad, por lo mismo que dan a la vida seres sin ninguna preparación. En cuanto a la parte espiritual deben rechazarse tales uniones, porque en ellas sí la parte material deja mucho que desear, la parte espiritual ni siquiera asoma. De esta manera se hace la vida de seres físicamente débiles, espiritualmente defectuosa. En la madre hace falta el sér, la personalidad moral y material, y sí se tiene en cuenta el importantísimo papel que las sociedades confían a la mujer madre (educación de la prole), se confirma nuestro dicho sobre la inconveniencia social de las uniones prematuras. Hay algo más grave desde el punto de vista moral. Se trata de pequeñas que los padres venden o entregan a un hombre, o de pequeñas que caen por la facilidad que para las relaciones sexuales existe entre ellos. Una lesión tan profunda en el organismo social guatemalteco no debe mantenerse, precisa evitarla la ciencia, la moral y la vida lo reclaman. Deben prohibirse los casamientos prematuros y las uniones con mujeres que no hayan llegado a un cierto número de años que, previo estudio, médicos y maestros fijarán. Con seres débiles que engendran hijos débiles. Guatemala no se salva. Todos los pueblos preparan convenientemente a los que han de reemplazarlos, dotándolos de un gran vigor físico, moral e intelectual, haciéndoles el legado de sus conquistas científicas y artísticas, y el legado de sus experiencias, higienizándolos el medio en que deben actuar, sólo nosotros nos olvidamos de la semilla y, como si los troncos viejos fueran de importancia, como si el mal y las vergüenzas que representan fueran a perdurar más nos cuidamos de los troncos, de lo que hacen y de lo que piensan, que de las nuevas manecitas que se asen a sus madres, cuerpecitos que ya vienen tarados por la degeneración social ambiente, y que empeoran al crecer

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porque la madre indígena ignora los más elementales principios de Puericultura. (Les dan tortillas a los niños de tres meses...). Viendo a un niño sano creemos en la vida, pero nos ofende encontrarlo pálido y enfermizo, porque su palidez y enfermedad encierran una negación tremenda. El criterio de nuestro Código Civil no puede alegarse en este caso, porque contra lo que dice el Código, están la realidad y la ciencia. b) Mala alimentación. El excelente valor nutritivo del maíz y del frijol, hace pensar que la alimentación a base de esos elementos es inmejorable. De boca de muchas de nuestras gentes, hemos recogido la especie de que los indios son fuertes, porque consumen mucha tortilla y frijol. Pero cabe preguntar ¿Será eso cierro ? Creo que no, que por mucho que el maíz contenga pocas grasas y proteínas suficientes, y su valor alimenticio se equipare al azúcar, la mantequilla y el tocino, siendo de primer orden para la digestión por contener dextrinas; y por mucho que el frijol en cuanto a riqueza albuminoidea supere al maíz, la alimentación indígena es pobre. La carne y los huevos, alimentos tónicos, faltan en su sistema alimenticio. Los huevos son ricos en combinaciones orgánicas fosforadas (lecitinas) y ferruginosas (hematógenos) y de ellos no puede prescindirse en un buen sistema alimenticio. Nuestros indios consumen muy pocos alimentos tónicos, y de allí quizás resulte su abatimiento. Hay que hacer un estudio especial para fijar el sistema alimenticio que cuantitativa y cualitativamente conviene al indio, mientras tanto debe inducírsele a introducir en su dieta la carne y las hierbas. Su falta de energía, su reducido número de glóbulos sanguíneos, y la exigua talla y peso que presenta, quizás tengan origen en la mala alimentación que toma. Eso, haciendo caso de que a cada individuo correspondiera una porción cabal, pero cuando sucede lo contrario y se reduce, el caso es extremo. Alimento insuficiente y poco no puede servir de base a una vida que ha de realizar sus fines con vigorosas pulsaciones. Cuando una acémila decae, el propietario ve, estudia el mal, mejora sus condiciones y hace lo posible por salvarla, no asi con el indio que desde muchos años atrás viene decayendo, ¿es qué a la mayoría de los guatemaltecos mejor suerte les hubiera cabido sí nacen acémilas ? c) Excesivo Trabajo. La ley social del trabajo como todas las leyes sociales se cumple inexorable. Un análisis detenido nos lleva al convencimiento de que se trata de una ley universal. Toda la naturaleza trabaja.

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Cuando este convencimiento no existía en los individuos, la lucha por sustraerse al trabajo se hizo formidable Largas y muy apretadas páginas de la Historia recogieron los sucedidos. Al presente, la discusión versa sobre el número de horas de trabajo. El reconocimiento de la personalidad como un derecho inalienable, trajo consigo derechos accesorios muy importantes, tales como el derecho a la salud. Desde luego, el hombre acepta que debe trabajar; pero no trabajar hasta consumirse, como el esclavo que hacía girar la muela, o, sin ir tan lejos, nuestros indios que al presente trabajan hasta el agotamiento. Aunque del otro lado de los intereses de los finqueros, se oiga decir que los indios son perezosos, con conciencia de ser verdaderos, debe afirmarse todo lo contrario que los indios trabajan demasiado; o que hacen muy poco porque trabajan mucho, es decir que su rendimiento de trabajo, por ahora, es insuficiente debido a que se les imponen muchas horas de actividad (fatiga prolongada). No regateo el interés que tengan esos señores para condenar a los indios como perezosos, pero advierto que ello no los autoriza para obligarles a trabajar como bestias, infringiendo la garantía preciosísima de la personalidad que nuestra Constitución ampara. El mucho trabajo es perjudicial a la salud, y quién sabe sí la pereza (once horas de trabajo) de que se quejan los agricultores, denuncie la extenuación del sistema muscular del indio. La inhumanidad se prolongó sobre nuestra vida mal llamada independiente, y después de cien años de libertad, el indio, como un esclavo, hace girar cansadamente la muela de nuestra agricultura. En lo que toca a los llamados "cargadores,'' debe decirse que su trabajo es mucho más duro. Cargan tercios que pesan entre 150 y 170 kilogramos ¡Carga de mula!', (por lo regular las indias llevan de Tzan Juyu a Sololá, nueve arrobas). ¿De qué actividad van a disponer hombres que trabajan en semejantes condiciones ? Así como precisa que las horas de trabajo del indio se reduzcan, precisa también que se les prohíba "cargar". No vale la pena el salario que ganan los ''cargadores,'' para que se grite que se van a morir de hambre con tal prohibición El interés que presentan la Higiene, la Educación y la Mestización, como medios para retardar la degeneración del indio, obliga a tratarlas por separado.