Mario Payeras, filosofo, poeta, ensayista y lider de
Formó parte del primer contingente que forma el foco original del EGP en las selvas del Ixcan (Los Días de la Selva). Luego de la ofensiva militar en 1981-82 del régimen dictatorial, este pensador planteo la derrota militar de la insurgencia (Los fusiles de Octubre y el Trueno en la Ciudad) y propuso una discusión para el cambio de estrategia de lucha revolucionaria que fue rechazada por la dirección del EGP. A raíz de ello rompió con su organización en 1984 por diferencias éticas, políticas e ideológicas. Junto conn un destacado contingente de cuadros que le siguieron formó una nueva organización revolucionaria no armada llamada Octubre Revolucionario.
Abandonado años mas tarde por varios de sus seguidores, y viviendo en la clandestinidad falleció en México Distrito Federal. Sus restos fueron enterrados en un lejano cementerio del sudeste mexicano
Ocurrió pocos años después a los restos de Payeras que, al igual que los restos del ciudadano Tomas Payne, los suyos fueron sustraídos por mano criminal y desaparecidos para siempre.
Se dio a conocer como escritor al ganar el Premio Casa de las Américas por su obra Los Días de la Selva (1981). Fue incluido en el Diccionario de Autores y Críticos Guatemaltecos [1] e influyó en varios esritores guatemaltecos, como Francisco Alejandro Méndez y otros [2] .
Payeras (Chimaltenango, Guatemala, 1940-1995). Maestro de Educación Primaria Urbana. Estudió filosofía en la USAC, en la UNAM de México y en Universidad Karl Marx de la RDA. En 1972 formó parte de la guerrilla que inició las hostilidades militares en las montañas de Quiché y Huehuetenango y fue miembro de la Dirección Nacional del Ejército Guerrillero de los Pobres hasta enero de 1984, fecha en que rompe con el mismo por diferencias políticas e ideológicas.
De la contraportada: “Los días de la selva son una crónica testimonial que proyecta con violencia encandiladora, las pruebas ingentes de una guerrilla frente a la naturaleza salvaje, al enemigo supermardo, al lastre del pasado ominoso y de siglos, y a sus propias contradicciones, vacíos y aprendizajes internos. Dicho eso y más en una prosa limpia y vivaz, como escrita en la tranquilidad propicia para el laborioso refinamiento del estilo.” Manuel Galich.